12 may 2008

HÉCTOR SILVA: EL PODEROSO HOMBRE DE LA VINCHA

Noviembre 2007

Una vida vinculada a Los Tilos, la familia, los caballos y por sobre todo, Los Pumas

Héctor Silva nació en La Plata el 10 de septiembre de 1944, y quedó encantado por la magia del rugby a los ocho años, aunque no se dedicó de lleno, sino que fue un pasatiempo más para este innato deportista.

Jugó en Los Tilos, el club de sus amores, donde también fue entrenador y presidente durante ocho años.

Llegó al rugby por intermedio de su hermano, que ya jugaba en el club tilense, en cambio “Pochola”- sobrenombre que lo acompaña desde siempre-, de chico hacía muchos deportes, el básquet, sobre todo. Jugó en el club Telecomunicaciones y hasta tuvo un fugaz paso por las Pre Infantiles en Atenas, en donde salió campeón.

Cuando tenía 18 años tuvo que dejar el básquetbol porque era tanta la lucha física que ponía en los partidos que le cobraban falta por cualquier cosa, ya que sus rivales vivían quejándose por la enjundia del joven Héctor

Casi todos los amigos del barrio jugaban en el club de Barrio Obrero, por lo que estima que fue algo muy natural cambiar de deporte.

Como todo ganador, enseguida comenzó a destacarse, hasta alcanzar una meteórica carrera con la ovalada, que poco tiempo mas tarde lo transportó a Los Pumas.

Otro dato que lo pinta de cuerpo entero, es la siguiente afirmación de gente de su época: Siendo amateur, se entrenaba como un profesional”. Siempre se preparó con Los Tilos, pero además salía a correr todos los días. En una época hizo la parte física con la tercera de Estudiantes de La Plata. Estaban Malbernat, Madero, Medina, Pachamé, y específicamente con Jorge Kistenmacher- el preparador físico que después salió campeón del mundo con la institución “pincha”- , qué le hacía el plan de trabajo.

Lo que mas le gustaba era tener la pelota. Y siempre jugaba en posiciones donde la pelota pasaba por sus manos. Por esa razón terminó jugando de octavo.

Además, para jugar al rugby nadie mejor que alguien que le guste el contacto, y a él, lo apasionaba.

Siempre fue muy impetuoso y avasallante, motivo por el cuál jamás pasaba desapercibido , entre propios y extraños.

A pesar de esa enjundia que desplegaba en el verde césped, es uno de los pocos ex jugadores identificados a fuego con la camiseta de su club- Los Tilos- que tranquilamente se puede pasear por cualquiera de las cinco canchas de la ciudad y ser respetado y admirado por todos.

Debutó internacionalmente el 12 de mayo de 1965, en el partido con Northem Transvaal (25-13, Pleterburg), durante la mística gira de Los Pumas a Sudáfrica, donde tuvo una brillante actuación.

Cuenta la historia que en ese año, quebrando el bloqueo a Sudáfrica, los Pumas se disfrazaron como "Jaguars" (Sudamérica XV); y enfrentaron a los Springboks.

El debut de Silva en el seleccionado de rugby fue justamente en la gira donde se los bautiza como Los Pumas.

El ex capitán, lo recuerda de esta manera:"Entré de octavo, pero nos quedamos sin fullback y no se podían hacer reemplazos. Éramos catorce. La pelota siempre iba al wing, entonces te podías quedar con un hombre menos en el scrum, pero no en la línea de tres cuartos porque si no te hacían sobrar uno. La primera pelota que me patean la agarro y del contraataque casi hago un try. Le di para adelante y me pararon a un metro del in-goal".

Silva siguió destacándose en el club y en el seleccionado -donde desde el 67 fue capitán- hasta que en 1971 tuvo un problema que lo prescribió de Los Pumas.

Cuando se lo indaga sobre lo sucedido, el elegante “Pochola” rememora que fue de los primeros modelos que tuvo el rugby argentino.

Concretamente, le dieron la posibilidad de hacer una publicidad de Bálsamo Sloan, que era una pomada para masajes. Pidió permiso a los dirigentes de ese momento en la Unión, y le dijeron que sí.

Hizo la publicidad, pero cuando salió al aire, los de CUBA, club súper tradicionalista de la ciudad autónoma de Buenos Aires, se pusieron en su contra y como principal argumento, exigieron que sacara la banda de sonido (decía "vamos Pochola mandate"), y a la semana, le dijeron que si no se levantaba la publicidad, lo suspendían.

Y así fue como el rugby argentino se privó de tremendo capitán por un lapso de 6 años, debido a que no lo seleccionaron más hasta el año 1977, cuando lo necesitaron de urgencia, debido a que varios jugadores decidieron renunciar, en desacuerdo con las autoridades de esa época.

Lamentablemente esta absurda decisión de los mandamases de la ovalada coincidió con el mejor momento rugbístico de Héctor Silva.

Cuando volvió a ponerse la camiseta celeste y blanca, ya tenía 32 años. Lo volvieron a citar dos referentes para Pochola: Angel Guastella y Bernardo Otaño.

Y él fue a una gira por Inglaterra como el máximo exponente de un equipo que tenía a Hugo Porta como capitán. Fue su regreso y como no podía ser de otra manera, con gloria.

En el primer test, con los ingleses, fue empate en 13 en el mítico Twickenham.

En el ´79 estuvo presente en el triunfo por 24 a 13 sobre Australia en Ferro. Eran sus últimos pasos.

Un año más tarde, en el mismo escenario de Caballito, se despidió de Los Pumas. Lo esperaba el cargo de entrenador.

El 9 de agosto de 1980, en la cancha de Ferro, integrando el equipo de Los Pumas que enfrentó al seleccionado Resto del Mundo puso fin a una magnífica carrera.

La excusa para disputar el encuentro fue recaudar fondos, para las inundaciones en la provincia de Buenos Aires.

Los Pumas derrotaron a un Resto del Mundo, marcando su último e inolvidable try, de “palomita” debajo de los palos.

Minutos después, en los vestuarios, le comunicó su retiro a sus compañeros y a los dirigentes.

Fue el segundo capitán de Los Pumas (después de “Aitor” Otaño) por cinco años consecutivos, entre 1967 a 1971.

Luego del retiro, fue entrenador del seleccionado argentino, entre 1984 y 1987, incluyendo al equipo que participó en la Primera Copa Mundial de Rugby (Australia / Nueva Zelanda1987)

Entre sus galones, hay que destacar que recibió el prestigioso Premio Konex al Mérito Deportivo-1980, y el Premio Delfo Cabrera (23/06/2005).

Fue consejero de la Unión Argentina de Rugby (UAR) y de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA) para la integración de sus respectivos seleccionados.

Héctor Pochola Silva, es autor del libro Pasión y coraje (ver foto), editado por Editorial Sudamericana en el año 2001. De esta obra se pueden rescatar diversas anécdotas, muy interesantes y que grafican de cuerpo entero al personaje del que trata la historia.

Dice el ex tercera línea en el comienzo: “La primera vez que me miré al espejo con la camiseta puesta sentí orgullo. No sabía bien de qué se trataba ser Puma, pero de sólo pensarlo me estremecía. Nadie es capaz, por si solo y con las palabras justas, de encontrar la definición exacta de lo que siente un hombre de rugby cuando es convocado para un seleccionado nacional”.

Repasar la historia del rugbier más importante que ha dado la ciudad de La Plata, es una obligación.

Es una buena manera de refrescar la memoria de los más grandes y para que los más chicos aprendan de alguien que dejó todo por la camiseta de su club, en igual medida que lo hizo por la de su país, sin pedir nada a cambio y ofreciendo todo lo que tenía para dar.

Para graficar su importancia en el deporte de los hombres de pechos robustos y narices chatas, solo basta decir que en Francia, los trenes tenían una publicidad con su imagen, con su mirada desafiante y la vieja vincha, que alguna vez le había cosido su madre para proteger sus orejas, cuando recién se iniciaba en la actividad.

Por cosas como esas, por su capacidad para jugar en cualquier lugar en una cancha de rugby, siempre se lo recordará, pero hoy es otra su tarea.

Viene de una familia que tenía un campo, donde siempre hubo caballos de carrera; motivo que lo impulsó a estudiar veterinaria, carrera que culminó y que hoy le permite ser un profesional de la misma.

Hoy en día, es presidente de la Comisión de Carreras, en el Hipódromo de La Plata, cosa que no deja de tener relevancia en su vida: ¿en que otro ámbito debería estar este “verdadero pura sangre”?

Reconoce en Pipo Mendez , psiquiatra, ex apertura de Los Tilos y ex entrenador de Los Pumas, a su hermano en el rugby, como así también en la vida. Fueron juntos al colegio, donde nació la inquebrantable amistad, que aún hoy perdura.

El legado de Silva fue transferido a sus tres hijos, a tal punto que los dos mayores- Rafael y Luis- llegaron a destacarse en la primera del club de Barrio Obrero. Rafael, incluso, fue “pumita” y por varios años se mantuvo como un excelente tercera línea, habitualmente convocado en seleccionados nacionales, en tanto Luis, fue un sobrio full back o potente centro.

Silva considera que el rugby le dio todo, siendo que el objetivo fundamental del juego es divertirse, luego educarse, y por último, formarse como hombre.

Reafirma, con seguridad y firmeza en sus dichos, que el rugby educa a las personas que se acercan a practicarlo y el primer punto es la interrelación, en la parte social como en la laboral.

Para terminar, deja una última reflexión: “Cuando se encuentra a alguien que jugó al rugby, el diálogo con esa persona, será totalmente diferente”.

Es innegable que este hombre respira rugby por sus poros y todo hecho que le acontece en la vida, enseguida lo relaciona con sus vivencias dentro de una cancha.


*FUENTES CONSULTADAS:

- REVISTA CAPITAL RUGBY

- DIARIO LA NACIÓN

- CICLO LEYENDAS DEL RUGBY



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